"Transformers": La extinción del buen gusto




Está claro que cuando el espectador se sienta en la butaca a ver "Transformers: La era de la extinción", se prepara para observar todo un festival de explosiones, robots gigantes y acción desenfrenada, y mucho más si el film en cuestión está dirigido por Michael Bay ("Armageddon") quien, sin lugar a dudas, está más cerca de cineastas como James Cameron ("Avatar") que de Francis Ford Coppola ("El padrino").

Sin embargo, el producto comercial (cuesta mucho llamarlo de otra manera) protagonizado por Mark Wahlberg y Nicola Peltz, dista mucho de ser disfrutable para personas exigentes.

El film comienza 4 años después de los hechos narrados en al anterior entrega, luego del incidente de chicago, la humanidad continua reparando los destrozos, pero tanto los Autobots como los Decepticons han desaparecido de la faz de la Tierra. Ahora el Gobierno de los Estados Unidos está utilizando la tecnología rescatada en el asedio de Chicago para desarrollar sus propios Transformers.



Mientras tanto Cade Yeager, un mecánico inventor, encuentra un camión en desuso en las ruinas de un viejo cine, y al intentar repararlo descubre que el vehículo no solo era un Transformer, sino que también es el mismísimo Optimus Prime, líder de los Autobots. Sin duda, Cade no sabe que este descubrimiento traerá malas y buenas consecuencias para su vida.

En principio, debo decir que la película no inicia del todo mal, a pesar de que la imagen computarizada que recrea los dinosaurios durante los primeros minutos no es del todo creíble, sirve para ponernos en contexto de lo que estamos a punto de ver. En un comienzo novedoso para la saga, el film intenta plantear preguntas de corte existencialista como: ¿De dónde vienen los robots?, ¿Qué los hace únicos?, etc, cuestionamientos pertinentes si hubiesen sido bien tratados en pantalla pero, lamentablemente, no es el caso de la película que nos ocupa.


Muy lejos de intentar responder a dichos interrogantes, Bay se dedica a llenar el metraje de banderas norteamericanas, chistes sin gracia y, lo más preocupante, utilizando a la actriz Nicola Peltz para descargar su batería de sexismo y misoginia, con incontables diálogos degradantes para la figura de la mujer y planos sugerentes que, realmente, son de muy mal gusto.

El objetivo del director, consciente o no de ello, es que el espectador no piense, insensibilizarlo ante la violencia y la destrucción sin sentido. Poco importa el guion, las actuaciones, etc. En "Transformes: la era de la extinción" el medio es el fin, y se sacrifica todo lo que lleva una obra cinematográfica en pos de hacer explotar todo por el aire o mostrar autos y marcas de lujo, lo cual puede ser efectivo en algunos casos, pero cuando es el único recurso que un cineasta tiene para generar algo en el público, estamos en graves problemas.

Es entendible que este tipo de películas de acción con millones de dólares de presupuesto no pueden ser juzgadas como obras de otra estirpe, pero incluso juzgándola como una superproducción la película cae bastante pesada, no solo por su contenido, sino por las casi tres horas que nos mantiene dentro de la sala.



"Les encanta odiar, y a mí me da igual; déjales que odien. Aún así van a ver la película. Creo que está bien que haya un poco de tensión”, aseguró Michael Bay en recientes declaraciones a la cadena MTV, al responder a los críticos que destruyeron su película luego de su estreno en los Estados Unidos.

Bay se equivoca cuando habla de odio, ya que no es odio lo que mueve a la crítica al defenestrar su producto, sino todo lo contrario, es amor por el cine e intentar que la técnica no se termine comiendo al séptimo arte. A pesar de que haya un grupo grande de gente que vaya a ver la película, la misma solo será trascendente dentro del abultado bolsillo del director.

¡Saludos internautas! 







"Transformers": La extinción del buen gusto "Transformers": La extinción del buen gusto Reviewed by Martín on 7/12/2014 03:19:00 p.m. Rating: 5

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