El planeta de los simios: Entretenimiento y reflexión

"No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace parecer así", decía el dramaturgo William Shakespeare en una de sus obras más famosas, sin pensar que con su pluma seguiría alimentado grandes relatos varios siglos después de su muerte. Y es que, aunque parezca descabellado en una producción de este estilo, la nueva película de "El planeta de los simios" conserva en su narrativa, salvando las distancias, algo de aquel genio de la literatura universal.

"Confrontación" es la octava película que se realiza dentro de la saga, y la segunda luego del reinicio de la misma en 2011 con "El origen del planeta de los simios", film que obtuvo un éxito considerable.

 Esta secuela cuenta con la dirección de Matt Reeves, quien debo decir que me ha sorprendido en su labor, ya que logra una película sólida, sin la necesidad de caer en efectismos bastante comunes en producciones de presupuestos abultados.

La historia comienza cuando una creciente nación de simios genéticamente evolucionados, bajo el mando de César, se ve amenazada por un grupo de seres humanos que ha sobrevivido al devastador virus desatado diez años atrás. Luego de alcanzar una paz poco duradera, ambos bandos son llevados al borde de una guerra que decidirá cuál será la especie dominante de la Tierra.

Antes que nada, es importante mencionar que el apartado visual del film es apabullante, y se destaca la excelente utilización del "motion capture" (Captura de movimiento) a la hora de recrear las expresiones faciales de los primates. La notable labor realizada por el actor Andy Serkis (conocido por su interpretación de Gollum en "El señor de los anillos") encarnando a César, verdaderamente nos recordará el valor de la gestualidad a la hora de transmitir emociones.

Lejos del despilfarro de efectos digitales, el director encuentra una fórmula que entretiene y, al mismo tiempo, entrega una interesante reflexión acerca del ejercicio de poder, dosificando a lo largo del metraje secuencias de acción bien realizadas, para luego tomarse su tiempo e introducirnos en un relato más profundo, donde la moral de los personajes empieza a jugar un papel importante en la narrativa y, escapándose de cualquier "cliché", tanto simios como humanos, terminan siendo dos caras de la misma moneda.

Está claro que los grandes protagonistas del film son los primates, ya que los humanos funcionan casi como un reflejo de los mismos cada vez que aparecen en escena. Esto quizás justifique la ausencia de protagonismo que posee un actor de la talla de Gary Oldman, pasando casi inadvertido durante gran parte de la cinta en uno de los pocos "peros" que se le pueden encontrar a la película.

Atrás quedo el ruido a lata que dejaron los robots de Transformers la semana pasada. Bienvenido este film sanguíneo que es, sin dudas, una de las mejores superproducciones en lo que va del año.

¡Saludos Cinéfilos!